Reparación de turbocompresores en motores diesel

Bien mantenido, un turbo puede superar sin problemas los 250.000 km. Por el contrario, su vida será de apenas 1.000 km si no tenemos algunas precauciones. La falta de presión de suministro del turbo se manifiesta con una pérdida importante de potencia y un elevado consumo de combustible, si la perdida de presión se debe a una fuga de aire una vez comprimido este , en vehículos diesel viene acompañado de una humareda negra por el escape mas llamativa cuanta mas demanda de potencia se haga.
Las principales averías que nos vamos a encontrar son las siguientes:

Desgaste del eje: Los casquillos sobre los que gira el eje del turbo pierden la hermeticidad, provocando fugas de aceite, que se cuela en la admisión del coche. El resultado es un consumo elevado de aceite y una densa nube de humo azul en el escape cuando aceleramos.

Geometría variable agarrotada: en los turbos de geometría variable, sobre todo en los diésel, el mecanismo que cambia la orientación de las aletas se puede agarrotar, de modo que el turbo no regula bien la presión de soplado. Sabrás que tienes un problema porque la luz de avería de motor se encenderá y una notarás una considerable pérdida de potencia. Hay dos posibles causas para este fallo: que la carbonilla haya encasquillado el mecanismo o bien que el motor eléctrico que acciona el dispositivo (los de mando neumático, evidentemente, no) se haya estropeado por la temperatura a la que trabaja. Habrá que realizar una descarbonización del turbo.

Fallo en la válvula de descarga: este elemento controla la presión a la que trabaja el turbo y está accionado por un pulmón neumático.A veces se perfora la membrana que lo hace trabajar y la válvula no abre. Esto provoca picos de presión de soplado que, al ser detectados por la unidad de mando motor, activan el modo de emergencia y reducen las prestaciones del propulsor.

El turbo suena demasiado: es posible que o bien haya desgaste en el eje del turbo o que esté girando desequilibrado.

Fugas de presión: debido a los cambios de presión que sufren y a que suelen estar en contacto con aceite, los manguitos del turbo pueden agrietarse y las abrazaderas que los sujetan podrían aflojarse. A veces estas erosiones son invisibles: sólo se ven las grietas cuando el circuito está sometido a presión.